Reseña
Este es el álbum número 35 de la serie "Astérix el Galo". Es el primero en el que no participan ninguno de sus creadores originales, René Goscinny y Albert Uderzo. Ferri y Conrad tenían un gran reto por delante, puesto que habían tomado el testigo de los creadores y debían conseguir que el mundo de Astérix, que llevaba en el mercado desde el año 1959, continuara atrayendo a los lectores de esta serie.
En este álbum el irreductible poblado de la Galia encuentra flotando en el mar un bloque de hielo en cuyo interior hay un hombre con unas vestimentas extrañas y símbolos de color azul en su cuerpo. Cuando el hielo se va deshaciendo y el hombre reacciona y recupera el habla les puede decir que su nombre es Mac Loch y que es de un clan que procede de la Caledonia, como llamaban los romanos a una zona de Escocia.
Los avatares en los que se ven inmersos Astérix y Obélix y que los llevan a esa tierra, les harán conocer unos pueblos muy distintos a ellos, con una cultura y costumbres que no habían visto nunca. Los clanes, el monstruo del lago Ness, "el agua de malta" o el lanzamiento de troncos dejarán a nuestros protagonistas sorprendidos. Por supuesto, las legiones romanas siempre están presentes, y Julio César también aparece en una de las viñetas.
Es una historia entretenida, con todos los personajes de la aldea gala, con un pueblo que no conocían, los pictos (confederación de tribus celtas que habitaban el norte y centro de Escocia, llamados así porque decoraban su cuerpo) y con los gags ya conocidos por los lectores habituales de la serie de Astérix el Galo.
Me ha gustado, aunque le falta ese "toque" especial que tenían los creadores de la saga, que he leído desde que era una niña y disfrutaba y aprendía con estos cómics de Astérix.